🇲🇽 Un problema que rueda más rápido que la ley

Cada año en México se desechan más de 30 millones de llantas.
Solo un pequeño porcentaje se recicla o se renueva.
El resto termina en tiraderos, ríos, carreteras o incluso quemadas al aire libre.
Y aunque existen leyes que lo prohíben, su aplicación es débil o inconsistente según el estado.

Reciclar llantas en México: una ley olvidada en el camino

El marco legal que sí existe (pero pocos cumplen)

La Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) considera a las llantas como residuos de manejo especial, lo que implica que deben tener un plan de disposición controlada.

La SEMARNAT y la PROFEPA son las autoridades encargadas, pero la realidad es que no hay un programa federal unificado.
Cada estado improvisa sus propias acciones, con resultados desiguales:

• Nuevo León y Querétaro destacan por programas de reciclaje y coprocesamiento en cementeras.

• CDMX tiene centros de acopio temporales, pero sin trazabilidad ni control.

• Chiapas y Veracruz, en cambio, registran quemas clandestinas sin sanción.

El rol del sector privado: donde sí hay avance

Mientras el gobierno va detrás del problema, las empresas privadas y los renovadores certificados han tomado la delantera.
El sector del renovado de llantas evita que cientos de miles de cascos terminen en basureros y reduce la necesidad de producir neumáticos nuevos.
Además, proyectos de reciclaje mecánico y coprocesamiento en hornos cementeros transforman llantas usadas en combustible alterno o materiales de construcción.

En México, el coprocesamiento de llantas en cementeras reduce hasta 35% del consumo de combustibles fósiles, según datos de CEMEX y Holcim.

El camino por recorrer

México tiene leyes, pero no una política sólida que conecte gobierno, empresas y consumidores.
El futuro del reciclaje de llantas depende de tres pasos urgentes:

1. Estandarizar el manejo nacional de residuos de llantas.

2. Incentivar el renovado y el reciclaje industrial.

3. Crear responsabilidad compartida entre fabricantes, importadores y transportistas.

Cada llanta reciclada o renovada es una menos en el río, en la zanja o en el fuego.
El cambio empieza cuando la política deja de rodar… y empieza a avanzar.

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Los vacíos que frenan el progreso

• Falta de infraestructura de acopio.
  La mayoría de los municipios carecen de centros formales de recolección.

• Ausencia de incentivos fiscales.
  No existe un estímulo para empresas que reciclan o renuevan llantas.

• Escasa vigilancia.
  Las quemas clandestinas siguen siendo comunes y contaminan el aire con metales pesados.

• Desconexión entre estados.
  Cada entidad opera con reglas distintas; no hay una base nacional de seguimiento.