Cómo una llanta mal inflada puede costarte más que una nueva
Una llanta con baja presión puede aumentar el consumo de combustible, reducir la vida útil y elevar tus costos operativos. Descubre cómo mantener la presión correcta puede ahorrarte miles de pesos al año.
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10/20/20253 min read


Un problema pequeño que genera grandes pérdidas
A simple vista, una llanta con un poco menos de aire no parece grave. Pero en carretera, ese pequeño detalle puede transformarse en un gasto enorme.
Una llanta con 20% menos de presión de lo recomendado puede reducir su vida útil hasta en 25% y aumentar el consumo de combustible entre 2 y 5%, según datos de Michelin Fleet Solutions.
Si manejas una flota con 20 unidades, ese consumo adicional puede representar miles de pesos mensuales simplemente por no revisar el aire.
Cómo una llanta mal inflada puede costarte más que una nueva
¿Por qué una llanta mal inflada se desgasta más rápido?
La presión de aire sostiene la estructura del neumático. Cuando baja, la llanta se deforma, generando más contacto con el pavimento.
Esto provoca:
Desgaste irregular (especialmente en los hombros).
Calor excesivo dentro de la carcasa.
Daños irreversibles al casco, impidiendo su futura renovación.
En otras palabras, una llanta mal inflada no solo se gasta antes: pierde valor de reencauche. Y ahí está la pérdida invisible.
El costo oculto del diésel
Cada punto de presión por debajo del nivel óptimo aumenta la resistencia al rodaje. Y cuando la llanta “rueda pesada”, el motor necesita más esfuerzo.
Un estudio del U.S. Department of Energy demostró que el 10% de pérdida de presión puede traducirse en hasta 3% más consumo de combustible.
Imagina un tractocamión que recorre 10,000 km al mes. Si gasta 2.5 km/L, ese 3% adicional implica 100 litros más de diésel al mes. Con el diésel a $25 pesos, son $2,500 mensuales por unidad, solo por aire mal medido.
Cómo mantener la presión ideal y ahorrar de verdad
a. Revisa la presión en frío: las llantas calientes pueden marcar hasta 10 psi de más, dando una falsa lectura.
b. Usa manómetros calibrados: evita los de gasolinera; calibra tus instrumentos al menos cada 6 meses.
c. Implementa rutinas de control: asigna un responsable o usa sistemas TPMS (monitoreo de presión y temperatura).
d. Ajusta según la carga: más peso, más presión. Consulta siempre la tabla del fabricante.
e. Registra datos: llevar bitácoras semanales de presión y desgaste te permitirá detectar patrones de consumo y ahorrar en el largo plazo.
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Riesgo mecánico y seguridad
Rodar con presión incorrecta genera temperatura alta en la banda de rodadura. A largo plazo, esto debilita las cuerdas de acero internas, favorece separaciones y aumenta el riesgo de reventón.
De hecho, más del 80% de los fallos de llantas en carretera están relacionados con presión inadecuada, no con defectos de fabricación.
Y un reventón en carretera no solo implica cambiar una llanta: puede causar daños al camión, multas por retrasos, o incluso accidentes graves.
Caso real: la flota que ahorró 18% solo con aire
Una empresa de transporte regional en San Luis Potosí implementó un programa semanal de inspección de presión.
Antes, cambiaban sus llantas de tracción cada 90,000 km; después del programa, alcanzaron 110,000 km promedio por llanta y redujeron el gasto mensual de diésel en 18%.
Ninguna otra inversión —ni en combustible, ni en repuestos— les generó un retorno tan rápido.
Conclusión
La presión de aire puede parecer un detalle… pero es el punto de equilibrio entre ahorro, rendimiento y seguridad.
Un neumático bien inflado rueda más suave, más lejos y más barato.
Así que antes de pensar en comprar una llanta nueva, revisa tu calibrador: puede ser la herramienta más rentable de toda tu flota.


